En 1ª de tesalonicenses 5:23 el apóstol Pablo dice: Que el mismo Dios de paz os SANTIFIQUE POR COMPLETO; y TODO vuestro ser - espíritu, alma y cuerpo- sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
domingo, 16 de diciembre de 2012
Bendiciones que nunca llegan.
Hoy pensaba como la envidia nace en nuestro corazón al ver a nuestro prójimo disfrutar de lo que por años hemos anhelado, y aun estando en Cristo no lo podemos tener o disfrutar.
¡Y viendo esto entendí que allí es mi desierto! Es allí el lugar donde estoy dando vueltas, sin llegar a “mi tierra prometida”, mi tierra donde fluye leche y miel, como dice la palabra.
Es el lugar donde aun sigo luchando, pero también estoy disfrutando de muchas batallas ganadas.
¿Por que nace la envidia? (muchas veces inconsciente).
Nace de la impotencia de no ser o tener lo que yo considero que también debería tener y disfrutar, ya que Dios no hace acepción de personas, pero pareciera que le da a unos y a otros no!
O peor aun, pensamos: si yo no hago las cosas “mal” como lo hace esta persona, ¿por que ella es o tiene lo que yo anhelo, y Dios le da a ella y a mi no? Ya que me esfuerzo tanto, hago todo lo que me pide, me congrego, diezmo, etc. etc., pero pareciera que a mí nunca me toca.
Si,… tengo el mana diario, pero “esto”, “essssto” lo que estoy esperando nunca llega!
O aun tal vez no hacemos este planteo, pero es así como nos sentimos, muchas veces nos sentimos frustrados.
Siempre creí que en la vida tenemos que tomar decisiones todos el tiempo, y cuando estamos ante una decisión, que me da bronca, o envidia, o que la considero injusta, tengo dos caminos!
O me resiento y me hundo, o “respiro hondo” y busco la salida, no hay muchas opciones.
Si me resiento con lo que me pasa, me hundo cada vez mas, hasta que me destruyo, y si lucho busco entender que es lo que me esta queriendo Dios enseñar, para poder pasar “al siguiente nivel”, que me va a llevar a las bendiciones que tanto anhelo.
También puedo negar…niego lo que me pasa, como por ejemplo: me da bronca que mi hermana tiene una economía mas holgada, que la mía, un esposo, un trabajo, un auto, un papá, una familia, hijos, lo que sea, me da bronca, porque yo lo quiero pero no lo tengo, entonces niego que no lo quiero (tal ves creyendo que con eso “calmo” mi dolor.
Cosas por las cuales lucho por mucho tiempo, y nunca llegan, no las alcanzo, entonces empiezo a negar que las quiera, o que las necesite.
Puedo negar que no lo necesito, pero critico, y descalifico (una forma incubierta de resentimiento) a todos o todas las personas que están disfrutando, “de mis bendiciones”, o mejor de lo que yo creo que merezco y no lo tengo!
O aun peor, trato de descalificar, calumniar, y menoscabar, a los que tienen lo que yo no lo tengo!
Pero lo que el resentimiento no me deja ver, y es que esta actitud de negación, no solo me aleja aun mas de mi bendición, sino, que Dios también que se aleja de mi a causa de mi pecado de envidia y resentimiento, cuando lo que el quiere es trabajar en mi corazón, y la situación que estoy viviendo es solo un “espejo”, que me muestra que algo no esta bien en mi. ¡Porque Dios escudriña la mente y pesa los corazones!
El ve más allá de lo que podemos ver nosotros.
Nosotros podemos negar a todo el mundo nuestro resentimiento, amargura, dolor y envidia, con una mascara de “yo no lo necesito, estoy bien así”. Pero nuestras palabras, comentarios, actitudes, nos delatan.
Dios no busca personas perfectas, porque El sabe que no lo somos, y nunca lo seremos.
Dios busca personas sinceras, personas que lo buscan en espíritu y verdad.
Que reconozcan sus miserias, su dolor y que van por mas, no podemos “maquillar” nuestro dolor, porque El todo lo ve!
El busca personas que a pesar de sus falencias, van por mas, que se esfuerzan por ser mejores a cada día, y que van detrás de las respuestas de lo que esta frenando Su mano para entregarnos lo que El ya nos prometió, todas las bendiciones que tiene para nosotros., que tanto anhelamos.
Ya que El nos prometió conceder las peticiones de nuestro corazón.
Tal vez aun haya traumas sin sanar, dolores, rencores que aun no le entregamos, y esto se pone entre nosotros y nuestra bendición como un muro gigante que no nos permite tomar lo que es nuestro.
Dios esta mas ansioso que nosotros de entregarnos todas las bendiciones celestiales, porque nos ama, y nos quiere ver disfrutar de lo que El, preparo para cada uno de nosotros.
Pero para esto, nos quiere, sanos, limpios, santos, para mostrar a través de nosotros su gloria, a un mundo que perece.
El problema es cuando decimos, yo estoy bien, ya estoy sanada, ya he perdonado a todo el mundo…no seamos sabios en nuestra propia opinión. Que tal, si le damos el permiso al Espíritu Santo que nos escudriñe, y revele lo grande y oculto que desconocemos, Al final, ¿quien sino solo El sabe lo que hay en nuestro corazones, y nuestra mente inconsciente? Podemos sorprendernos de lo que allí escondemos!
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